Para Fabián Luna
Los dioses escupen a los cobardes,
a los tibios
Los dioses se desentienden de
ellos, y de los mediocres
De los que no crean, de los que
no saben tejer
Ni siquiera despojarse de sus
ropas y regalarlas al que va desnudo, como el de Asís
Los dioses vomitan a los necios,
a los que condenan las guerrillas –cualquiera sea
A los que conspiran siempre
contra toda la alegría del mundo
Contra la alegría del hacer, del
resistir, del persistir
Contra nuestra alegría de vivir,
aunque pocos nos entiendan
Los dioses, el Gran Señor del
Cielo, Nuestra Madre Universal
Saben de nosotros, aunque a veces
nos sintamos huérfanos de todo
Ellos siempre nos amparan, ellos
siempre nos cuidan, y nos guían
Tengo una piedra que es su
testimonio –yo sé que me/te protegen
Y se cagan, se mean, se vuelven a
cagar y de nuevo a mear
En toda la hipocresía, la necedad
y la cobardía que los rodea, que nos rodea.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 2 de julio de 2013
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