Rubén Pinto Vargas
Haciendo una analogía tal vez muy burda; en nuestras
sociedades basadas en el consumismo y el individualismo, ingresamos en la
carretera del desarrollo y nos pasamos al carril más rápido; nos embriagamos de
las nuevas tecnologías y de nuestra supuesta
omnipresencia como la especie superior; y aceleramos a fondo, con un
consumismo ilógico de los recursos; sin
tomar en consideración que la carretera del desarrollo, aun no fue terminada.
El consumismo se caracteriza por
el consumo masivo de bienes y servicios, pero para que estos servicios y bienes estén disponibles,
es necesario entrar en una lógica
de producción masiva y la
extracción intensiva de recursos naturales.
Pero este nivel acelerado de
producción no implica necesariamente que las necesidades de toda la población
sean cubiertas, en la 31ª Conferencia Regional de la FAO en Panamá, el director de políticas para
América Latina y el Caribe, Fernando Soto, señalaba; "El
problema del hambre en América Latina no es un problema de producción de los
alimentos sino del acceso a ellos, ya que en su conjunto la región produce más
alimentos de los que necesita".
Aquí es donde entra en juego el otro elemento
social, el individualismo que emerge del capitalismo, y con el que convivimos
todos los días; donde concebimos a los alimentos como mercancía y le quitamos
su función vital para el sostenimiento de nuestra sociedad. Es increíble pensar
que del total de alimentos que se
producen en el mundo, aproximadamente un tercio terminen en la basura; según
datos de la FAO, cerca de 1 300 millones de toneladas de alimentos, se desperdician.
(FAO-Global food losses and food waste). Desperdiciar los alimentos o descartarlos es
práctica habitual en los supermercados de EE.UU y Europa.
Me impacto por demás, ver que en
los pueblos originarios, por ejemplo, cuando un comunario tiene buena pesca o atrapó
un ejemplar muy grande, lo comparte de la forma más desinteresada con su
comunidad. Esta acción tan sensata de
consumir los recursos solo para satisfacer las necesidades y no
desperdiciarlos, es parte de la increíble visión y forma de vida de los pueblos
ancestrales.
La visión de cada comunario de no
sentirse solo un individuo que vela y protege sus propios intereses y sentirse
parte importante e indivisible de una comunidad y determinar sus necesidades y
acciones en función del bienestar colectivo, implica algo más que el calabozo de las definiciones y categorías políticas,
que pretenden agruparlos dentro de concepciones extrañas o alejadas de su
esencia.
El sentido de velar y
proteger a todos los miembros de la comunidad es una constante de
los pueblos originarios de todo nuestro planeta, y dentro de sus diferentes
formas culturales, la relación de pertenecía y unidad es hasta mística, donde
los intereses personales se someten a los de la comunidad. El principio sudafricano del “Ubuntu”, que señala que “Soy porque todos somos”, es también una
regla vida ancestral en los pueblos de
nuestro continente.
Si no empezamos a mirar en el conocimiento y sabiduría de nuestros
pueblos ancestrales estamos condenados a caer en el abismo que el desarrollo
materialista y consumista nos ha impuesto. Porque la extracción intensiva de
recursos naturales, nos lleva a depredar y desfigurar nuestro espacio vital; y
estamos cegados por conseguir estos recursos y en el proceso contaminamos y
destruimos el ambiente en que vivimos, como si pudiéramos escapar de los
efectos posteriores migrando a otro planeta. Atacar nuestra Amazonia que se
constituye en la reserva de la biodiversidad de la humanidad, con proyectos hidrocaburíferos,
que contaminaran el suelo y le quitaran su capacidad de generar vida y la
transformaran en desierto, implica que no solo estamos cegados, sino que nos
idiotizamos con esta idea de consumo descontrolado; el que, a corto plazo, va a
terminar por consumirnos a nosotros mismos como especie y a destruir a las
demás en el proceso.
Cuanta es la claridad de los
pueblos originarios que ya profetizaban el final, al que nos llevará el
consumismo;
“Sólo después que el ultimo
árbol sea cortado,
Sólo después que el ultimo
río haya sido envenenado,
Sólo después que el ultimo
pez haya sido atrapado,
Sólo entonces nos daremos
cuenta que no nos podemos comer el dinero”
Profecía de los Indios Cree
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